¿Y por qué no unas cuartas elecciones?
Tras el segundo intento fallido de investidura por parte del Gobierno de Rajoy, y por qué no decirlo, del resto de formaciones políticas, todo parece indicar, salvo sorpresa mayúscula, que habrá terceras elecciones. Pero, ¿y por qué no unas cuartas? Ya que estamos podríamos alargar este sentimiento demócrata hasta la eternidad con el fin de buscar unos escaños suficientes como para poder optar a mayoría sin tener que rascarse mucho la cabeza, ¿no creen?
Desde luego para aquellos jóvenes que a partir de las primeras elecciones hayan cumplido los 18 años tiene que ser todo un acontecimiento el poder votar. Y además hacerlo por partida doble para unas mismas elecciones. Increíble. No cabe duda que podrán jactarse ante sus amigos extranjeros que no habrá nadie de su misma quinta que haya votado más veces que ellos para unas mismas elecciones. Ni siquiera los belgas.
Los políticos parecen querer hacernos votar hasta que “acertemos”
Después de este dudoso honor, hay que mirar el motivo por el que hemos llegado a esta situación. O debería decir, ¿nos han llevado? Es verdad que esto viene de atrás y que no es achacable a una persona solamente, pero es notorio la falta de madurez política y la desidia de ALGUNOS de los políticos que quieren que su partido gobierne sin ceder un ápice.
La negativa por sistema no solo es de un solo partido, sino de todos los que no ceden en las negociaciones y se cierran en su discurso anquilosado y pétreo. Buscar alternativas de gobierno debería ser una solución, pero más aún pensar en el electorado y en el pueblo en su conjunto que, a día de hoy, se encuentra sin cabeza ante el resto de países por muy bien recibido que sea el presidente en funciones en China en la cumbre del G20, y todo ello por una mala gestión de los gobiernos y oposición anteriores. Ha sido, claramente, un camino erróneo el que se ha recorrido y por ello estamos así.
La figura del mediador es claramente necesaria en este proceso, favoreciendo la satisfacción de ambas partes
La responsabilidad recae sobre los hombros de aquellas personas que representan al pueblo, ya que éste ha dado su voz tras las dos elecciones generales. Son ellos los que tienen que negociar. Y negociar no es otra cosa que el arte de buscar soluciones, sabiendo de antemano que en algunas cuestiones se debe ceder, procurando su mejor logro. Si no aceptamos cierta flexibilidad en nuestras posturas, nos quedaremos estancados para siempre, seguiremos con las mismas reacciones y decisiones. Peor aún, irremediablemente la situación llevará a un punto en el que entraremos en la completa apatía para con la política.
Para evitar eso precisamente la utilización de mediadores puedes ser una solución. En procesos de negociaciones largos y tediosos, como por ejemplo procesos de paz, se ha utilizado la figura de mediadores internacionales (recordemos el proceso de Paz de Irlanda con el IRA). Esta “paz” que ansiamos, puede verse desbloqueada con el uso de la mediación, ya que al haber un tercero imparcial, podría arrojar algo de luz al proceso y evitar así alargar innecesariamente el bloqueo actual.
Ahora bien, si después de tanto tiempo las cosas siguen igual votar una vez más tampoco supondría mucho trastorno. Ya sabemos dónde están las papeletas, las clases, el colegio…no se nos puede olvidar. Mientras no se nos atragante el langostino de la cena de navidad podremos hacerlo sin problemas, ¿verdad?
Henri Lacordaire:
“Indudablemente, para gobernar se precisa firmeza; pero también mucha flexibilidad, paciencia y compasión.”